En 1924, merced a la
intervención del propio rey, Attilio se reincorpora al
ejército y lo mandan a Cirenaica, con el cometido de afrontar
la revuelta de la hermandad islámica de los Senussi.
Anna Duranti y sus dos
hijos, Carlo y Alberto, permanecen en Italia hasta 1927, año
en que el padre consigue al fin la autorización para que su
familia se radique en Cirenaica. Se establecen en el pueblo de
Berca, al principio y a continuación, en el corazón
mismo de Bengasi, donde nace Marisa. Más tarde, la familia se
asienta en Derna, localidad de la costa Este, donde Carlo comienza la
escuela primaria.
En 1929 la familia
regresa a Italia durante cierto tiempo, pues Attilio tiene que acudir
a un curso en la Academia de Parma. En dicha ciudad, Carlo concluye
el primer ciclo de enseñanza y, con doce años, lo
matriculan en una escuela mercantil, obligado por su padre, a pesar
de su temprana propensión por las letras.
Cuando el curso acaba, el
destino siguiente de Attilio es Trípoli, donde la familia
reside hasta 1938, fundamentalmente, en la Ciudad Jardín. En
este contexto, Carlo se dedica al estudio del francés.
A causa de su
antifascismo bastante declarado, Attilio avanza muy lentamente en la
carrera. En vísperas de la II Guerra Mundial, lo mandan a la
ciudad de Fiume, en la frontera Norte del entonces Reino de Italia,
pero muy pronto se verá obligado a despedirse de la familia,
para marchar a Etiopía.
En Fiume, Carlo termina
la escuela secundaria y se consagra por completo a las Humanidades,
acudiendo a la Biblioteca Municipal del lugar. En 1939 se matricula
en el Regio Istituto
Universitario Orientale de
la Universidad de Nápoles. Para costearse los estudios, da
clases particulares de Latín y Matemática durante un
año.
En la frontera con
Egipto, en 1940, Attilio es hecho prisionero por los ingleses y
recuperaría la libertad al final de la guerra. Un año
después, tras la invasión de las tropas italianas, las
autoridades evacuan a la población italiana de Fiume y la
familia envía a Carlo a Arcetri, en las cercanías de
Florencia, para que alquile una casa.
Carlo recibe la
convocatoria para prestar servicio militar y, en julio de 1942,
termina el curso para oficiales en Rieti. A finales de agosto de ese
mismo año, se encuentra en un cuartel de Turín, en
calidad de subteniente del 91º Regimiento de Infantería.
Poco después del Armisticio del 8 de Septiembre, las tropas
alemanas cercan el cuartel. Carlo logra huir y se dirige a Florencia
para ver a su madre fugazmente. A la postre, se dirige a Turín
y desde allí, junto a algunos compañeros, con pocos
medios y sorteando numerosas vicisitudes, recala en Arezzo. Poco más
tarde, se dirige a Cerbaia, donde asume el mando de una compañía
de partisanos, con el nombre de guerra de Francesco. Los dirigentes
de las tropas de Justicia y Libertad le asignan el mando de la 3º
brigada Rosselli.
En diciembre de ese mismo
año, defiende en Roma, en la sede universitaria provisional,
la tesis que había preparado durante largo tiempo. Se titulaba
Los relatos de animales en
las literaturas africanas orales.
Merece las mejores calificaciones cum laude.
En 1944 los alemanes lo
capturan en Toscana, en la localidad de San Felice, en los
alrededores de Ema. Lo encierran en la prisión de San Giovanni
al Monte de Bolonia. Arma en mano, Carlo toma parte en una fuga
dramática y logra cruzar la Línea Gótica. Tras
una corta estancia en la brigada comunista Estrella Roja, llega al
frente cerca de Rifredi, en pleno extrarradio de la ciudad de
Florencia, donde aguarda la avanzada de los Aliados. Poco después
pasa a engrosar las filas aliadas, donde vuelve a formar el batallón
partisano del que había sido nombrado comandante.
Al final de la guerra, le
otorgan la Medalla de Plata al Valor Militar por su desempeño
durante la Resistencia. En colaboración con Antonio Predieri
publica un libro sobre la Resistencia, que se intitula 11
de Agosto.
En 1946 Enrico Vallecchi
le publica la primera novela, El
Mejor y el Último. En
aquel entonces, Carlo vive en
Arcetri y trabaja en Florencia, en la Oficina de Propaganda y
Desarrollo de la editorial Vallecchi. Al año siguiente se
radica en Florencia, en la Vía Pietra Piana, donde comienza a
redactar una obra literaria intitulada El
muchacho, con vistas a
participar en un premio literario que tendría lugar en
Venecia. Es el núcleo primigenio de lo que luego había
de convertirse en Fabrizio
Lupo. A lo largo de esos
años, Carlo comienza a expresar su homosexualidad, de la cual
era consciente ya desde hacía tiempo y que había de
convertirse en uno de los temas recurrentes de toda su obra.
Con La
difícil esperanza gana
el Premio Paraggi.
Comienzan sus viajes a
París, donde entre 1949 y 1950 se hospeda en el Hotel Racine.
En 1949 la editorial Du Rocher
publica La
difficile espérance.
La traducción es de Lois Bonalumi.
En 1950 conoce a Michel,
quien en sus obras posteriores muy a menudo sería denominado
"la Imagen", para transformarse en Laurent en Fabrizio
Lupo.
Con Michel transcurre unas cortas vacaciones en la Isla del Giglio y,
a continuación, se establece en el Hotel Racine, donde
concluye Fabrizio Lupo.
Gana el Premio Charles Veillon por la edición francesa de El
juego. Gracias al éxito
de Le ciel et la terre,
que Gabriel Marcel publica en la colección Feux Croisés
de Plon, logra comprarse un apartamento en la Rue Chappe, en el
barrio de Montmartre.
Entre 1951 y 1953, tras
los pasos de Michel, Carlo viaja a Canadá y a México.
En este último país, en 1954, su relación
concluye. Carlo se sume en un período de crisis depresiva y de
progresivo alejamiento del catolicismo.
Se radica en Ciudad de
México, donde frecuenta a Diego
Rivera, a la poetisa Guadalupe Amor, a Carlos Benítez, a
Machila Armida, a José Benítez y a Rufino Tamayo. Vive
solo en un apartamento del elegante barrio de Polanco.
Comienza a escribir para
el diario Hoy
y, en
1955, en calidad de editorialista, trabaja para otro diario mexicano:
Siempre.
Juanito llega a su vida. Con él comparte un apartamento en la
Calle Leonardo da Vinci y, más tarde, hasta fines de los años
70, la casa de Obrero Mundial. Junto a Rafael Giménez y
Martín Luis Guzmán, participa en la creación de
la librería Quartier Latin, centro de cultura ítalo-francesa
del Distrito Federal.
En 1960 se convierte en
enviado especial de algunos diarios italianos: en primer término,
trabaja para el Corriere
della Sera y luego para Il
Giorno y La
Nazione. Viaja por toda
América Latina. En noviembre de 1966 se encuentra en
Florencia, durante la dramática inundación que asoló
la ciudad, acerca de la cual escribiría el ensayo Florencia
1966: aquí no ha pasado nada.
Viaja con regularidad a
Florencia, donde tiene una casa, en la zona de Sdrucciolo Pitti. La
conservaría hasta el año 1955, en que la vende para
comprar otra en Livorno, en alas del impulso de remontarse a sus
orígenes.
Tras la publicación
de Documento 127,
en 1970, su padre corta todo trato con Carlo, obligando a su mujer a
hacer otro tanto. La causa de la ruptura es un episodio que Coccioli
narra en la obra mencionada, rememorando que durante su estancia en
Trípoli, el ordenanza, encargado de cuidar a los niños,
los llevaba consigo a una casa de citas.
En 1973 la publicación
de Hombres en fuga
pone en marcha la creación del movimiento de Alcohólicos
Anónimos en Italia.
Su acercamiento a la
religión judía, que comenzara a fines de los años
60 y que el autor describe en Documento127,
culmina en 1976, año en que sale David.
Con dicha obra, poco después gana el Premio Strega.
Un año
más tarde principia su colaboración con la revista
mejicana Excelsior.
En este período,
Carlo comienza a pintar sobre lienzo, actividad que no había
de abandonar nunca.
A principios de la década
del 80, se siente cada vez más atraído por las
religiones orientales. A través de una profundización
apasionada, se acerca, en primer término, al hinduismo (La
casa de Tacubaya, 1982)
para arribar al "rellano" budista, en el que se quedaría
– a su manera – hasta la muerte.
En este período
contrata a su servicio a Javier, a quien le unirían unos
vínculos de afecto más y más intensos, que lo
llevarían a adoptarlo como hijo único en 1993.
Visita Texas y decide
radicarse en la ciudad. Durante un viaje por Estados Unidos, escribe
Pequeño Karma. En
la localidad tejana de Laredo, sufre un grave accidente
automovilístico en el que pierde la vida su perro Oliver.
Tras el terremoto de
1985, que asola Ciudad de México, decide establecerse en San
Antonio. No obstante, pronto regresa a la ciudad mejicana, a pesar de
la fascinación que le suscitan los Estados Unidos.
El 10 de julio de 1988 Carlos es víctima de un secuestro de cuño terrorista. Al final de un juicio que duró toda la noche, los secuestradores deciden incumplir las órdenes que llevan y le perdonan la vida. Las investigaciones posteriores no lograron aclarar nunca de quién provino la orden de secuestrarlo, ni los móviles de dicha acción.
Carlo siguió escribiendo hasta sus últimos días. Enfermo y operado del corazón, siempre se sintió unido a su Ciudad de México, donde expiró serenamente el 5 de agosto de 2003. En sus últimos instantes, rechazó con amabilidad la extremaunción.